Y seguidamente, he entrado en la escuela, acompañado de mi amigo Bakary, que es el delegado local de Globalmon, desde hace más de veinte años que nos encontramos ambos en la ciudad de Mbour, la ciudad más importante en esta región de Senegal; y desde entonces es quien dirige la asociación que ejecuta los proyectos de desarrollo que Globalmon financia en esta región, con muchas necesidades de ayuda, a estas poblaciones, extremadamente pobres.
Y aquí, dentro de una clase de la escuela, reunido con una pareja de la Asociación local colaboradora con Globalmon, y a mí izquierda el director de la escuela, verificamos que ese edificio de escuela ya no es viable, todo destrozado.
Y en este espectáculo destemplado y quebrado, con los alumnos de primaria, contemplarlo tres destroza el corazón.
Sin formación escolar de los niños, niñas y jóvenes, no hay desarrollo posible y digno para estos pueblos, en esta situación desastrosa, no hay futuro humano como conviene.
No nos extrañe pues, que tantos Senegaleses sin vislumbrar su futuro como conviene, huyan, emigrantes, en busca de una vida digna, como debe ser, como Dios quiere.
